La disnea cardiaca se
relaciona con síntomas como angina de pecho, ortopnea o disnea paroxística
nocturna (DPN), con signos como ingurgitación yugular o presencia de soplos
cardiacos. cardiomegalia y otros signos de falla cardiaca como ritmos de galope
y estertores alveolares en las bases pulmonares.
La disnea de origen pulmonar
tiene tendencia a presentarse más gradualmente (con excepciones como la EBPOC
que presente un episodio de bronquitis infecciosa, neumonía, neumotórax o un
episodio asmático), aumenta con el ejercicio, no hay ortopnea, incluso puede
mejorar con el decúbito por elevación del diafragma (mejora de la excursión
pulmonar), mejora luego de acceso de tos y eliminación de secreciones.
Vale la pena diferenciar el “ASMA
CARDIACA” que son episodios de DPN, con broncoconstricción, con sibilancias a
la auscultación y edema pulmonar, mejora con el uso de diuréticos, del “ASMA
BRONQUIAL”, el cual cursa con sibilancias con presencia de eosinofília y falta
de respuesta al tratamiento con diuréticos.
Sin embargo hay que considerar que pueden coexistir tanto disnea cardiaca como disnea pulmonar en un paciente cardiópata, como por ejemplo, un paciente con estenosis mitral reumática por ejemplo, cursará con disnea cardiaca, pero si se añade una fibrosis pulmonar (más frecuente senil), podrá haber disnea pulmonar además.